Durante uno de mis turnos en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos, cuidé de un valiente niño que sufrió un ahogamiento. Un día, mientras su familia disfrutaba de una reunión de verano junto a la piscina, el niño cayó accidentalmente al agua sin un chaleco salvavidas, lo que resultó en su hospitalización e intubación durante varios días. Afortunadamente, contra todo pronóstico, este niño sobrevivió al incidente de ahogamiento sin consecuencias devastadoras, pero aún tenía un largo camino hacia una completa recuperación. Su historia conmovió los corazones de todos los que participaron en su cuidado. Sirvió como un recordatorio de la importancia de la educación sobre seguridad acuática y la vigilancia constante alrededor de cuerpos de agua, especialmente para los niños pequeños.
Finalmente, ha llegado el verano y como pediatra, animo a mis pacientes y sus familias a disfrutar de actividades al aire libre. Sin embargo, hay algunos detalles importantes que todos debemos tener en cuenta para asegurar un verano seguro y saludable, especialmente en lo que respecta a la exposición al sol y la seguridad en el agua.
Es esencial recordar que los bebés menores de 6 meses no deben ser expuestos directamente al sol, debido a que su piel es muy delicada y podrían sufrir quemaduras. Tampoco deben de participar de actividades acuáticas, ya que a esta edad aún no pueden regular adecuadamente su temperatura corporal. Por lo tanto, es crucial mantenerlos en la sombra durante las horas de mayor intensidad solar y evitar exponerlos a cuerpos de aguas, como playas o piscinas.
Para los niños mayores de 6 meses, es importante aplicar protector solar de amplio espectro con un factor de protección solar de al menos 15 antes de salir al sol y reaplicarlo cada 2 horas. También se recomienda cubrir todas las áreas expuestas al sol, como la cara, los brazos y piernas utilizando gorras o sombreros, camisetas de manga larga y pantalones. Cuando se trata de playas o piscinas, es fundamental supervisar a los niños en todo momento para prevenir cualquier accidente y asegurarse de que utilicen chalecos salvavidas adecuados si no saben nadar.
Como la historia anterior nos recuerda, eventos desafortunados pueden ocurrir cuando no se siguen las medidas de seguridad adecuadas. Por eso, como pediatras, desempeñamos un papel significativo en educar a los padres y cuidadores sobre la importancia de proteger a los niños del sol y los riesgos asociados con entornos acuáticos. ¡Juntos, podemos asegurar que nuestros niños disfruten de un verano seguro y divertido!